martes, 10 de febrero de 2009

Escritos viejos.

San Salvador de Jujuy,
15 de mayo, año del Señor de 2007

Escribo estas líneas porque me siento sólo en esta lucha. Y lo hago de esta forma porque pienso que es la única manera en que puedo desahogarme. Sé que formo parte del bando vencedor, pero no olvido que soy un ser temporal, una creación, y esta naturaleza, de la cual no puedo renegar, me exige victorias también temporales, pero que sin embargo no llegan nunca.
Cuando escribí estas líneas por vez primera, me sentía desordenado. Ahora no tanto. Pero sigo confiando demasiado en mis fuerzas, y con más empeño que nunca trato de apoyarme en algún camarada para continuar esta batalla, pero sin embargo me encuentro solo. Ahora me pongo a pensar y tal vez sea por mi soberbia o por alguna otra causa que ignoro, pero sigo estando solo.
Siento que estoy yendo contra la corriente en un río caudaloso, en una barca que sólo tiene un remo, entonces en vez de avanzar, me quedo dando vueltas en el mismo lugar. Y me viene el impulso de arrojarme fuera de la barca y dejarme llevar por la corriente, cuando tomo conciencia de todos aquellos que vienen detrás de mí. Y es por ellos por quienes no tengo derecho a renunciar a esta Misión. Ya lo dijo Juan Pablo II “Si Cristo no bajó de la Cruz, yo no puedo abandonar la mía”
Sin embargo, al mirar hacia los costados, muchas veces me encuentro luchando solo y ello me quita las energías. Pero no puedo arrojarme al quietismo, porque sé que mis acciones llevan a los otros a actuar, pero también soy conciente de que solo no puedo cargar con esto.
Sé perfectamente que he de acudir a Cristo, pero mi pequeñez, y esta suerte de desesperanza en la que me encuentro sumergido, hacen que quede ciego y no vaya hasta él. Mi naturaleza hace que intente apoyarme en lo concreto. Entonces, al extender mi mano en busca de alguien que me ayude, que me guíe, me encuentro con la soledad, y sigo tanteando en la oscuridad buscando a alguien que pueda sostenerme, y me encuentro nuevamente solo.
A pesar de todo, se que hay una Luz que me sacará de estas tinieblas, y mi alma ansía embeberse de ese resplandor de Gracia. Y es esa esperanza en encontrar la Luz, que me mantiene en vilo, esperando a aquellos camaradas que me ayuden en esta batalla. Hoy, más que nunca, necesito fortaleza. Dice una consigna: “la unión hace la fuerza”, pero no encuentro camaradas con quien poder unirme para lograr la fortaleza que necesito para poder encontrar la Luz. Confío en Ti Señor, que nunca me has abandonado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario