sábado, 20 de febrero de 2010

Son decisiones

Muchas veces me enseñaron que hay tres clases de hombres. El hombre de ideas, aquel que está todo el tiempo soñando. El hombre de obras, que es aquel que está en acción todo el tiempo, llevando a cabo los planes del hombre de ideas. Y el Hombre entre hombres, aquel que Papini nos describía tan soberbiamente como el hombre que guiará al resto a una empresa tan grande como perfecta.
Muchas veces me pregunté que me faltaba para ser ese Hombre. Porque si me tengo que encasillar en alguno de esos tipos, creo que estoy mucho más cerca del hombre de ideas que de los otros dos. Y lo que me falta, creo, es decisión. El hecho de conocer rápidamente mil opciones y saber cuales son los posibles desenlaces para cada opción, siempre me genera temor. Temor de no tomar la decisión correcta, temor de no haber analizado bien las opciones, temor de equivocarme. Y ese temor me paraliza, me lleva a la inacción. Me lleva muchas veces, a decidirme más por el azar, que a hacerlo por convencimiento de obrar correctamente.
Y es que, las decisiones son las que nos forja como hombres. Y es ese temor el que me impide crecer. Es ese temor el que me retiene estancado. Por eso la importancia de tener siempre a Dios, y confiarse en la Divina Providencia. Porque si uno sabe interpretar Sus designios, las decisiones se hacen más fáciles. Pero para interpretar sus designios correctamente, es imperioso tener una relación fluida con Dios: la vida de Gracia, sostenida en los Sacramentos, en las Virtudes y en la Oración. Y así, con el consejo del Paráclito, las decisiones son más sencillas. Y así el temor no paraliza y podré dejar de ser un hombre de ideas, para convertirme por fin, en un Hombre entre hombres. Sé que es tremendamente complicado y que estaré toda mi vida luchando. Pero sé que si me mantengo firme, podré vencer.

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