domingo, 18 de enero de 2009

Búsqueda del destino

Estaba buscando una señal. Hace días que no me sentía pleno, dueño de mi mismo. Me sentía irremediablemente sumergido dentro de la corriente. Había perdido el control de la situación.
Por eso salí a caminar, sin saber bien dónde iba ni cuando iba a volver. Sólo esperaba encontrarme con una señal que me dijera cuál era mi destino.
Miraba desesperado a todos lados: las casas, las calles, las paredes, los ojos de aquellos con quienes me cruzaba, todo, esperando encontrar un señal. La noche fue cayendo sobre la ciudad y yo seguí caminando. Derecho, todo derecho.
Buscaba mi destino y estaba dispuesto a recorrer todo el mundo de ser necesario, pero no había señal alguna que me guiara.
No recuerdo cuánto tiempo caminé, y nunca llegué a saber por dónde fue exactamente que caminé. Algunas calles eran muy oscuras y no retuve sus imágenes.
No estaba perdido, a pesar de no saber en donde me encontraba. Sólo sabía que debía seguir caminando.
En una plaza en la que nunca estuve, vi la primer señal. Supe que era una señal, porque era algo totalmente extraordinario. Me vi sentado en un banco, señalondóme a mi mismo. Recuerdo haberme paralizado por la impresión de verme sentado en un banco señalandóme, cuando yo estaba en medio de la plaza.
Avancé muy despacio hacia el banco tratando de comprender que era aquella señal. Cuando me encotraba a unos metros me detuve para contemplarme mejor. Era yo, no había ninguna duda. Mi misma postura, mi misma ropa. Pero mi otro yo parecía mucho más grande, a pesar de que era una copia exacta del que estaba parado. Decidí acercarme para hablarme y preguntarme, pero cuando di el primer paso, mi otro yo se levantó de golpe. Me detuve y me examiné nuevamente. Ya no me señalaba, sino que me miraba burlón sonriendo en forma despectiva.
Al dar el segundo paso, mi otro yo se alejó un paso hacia el costado del banco. dí otro par de pasos, y el se alejó otros tantos. Evidentemente, desconfiaba de mi. Entonces decidí preguntarle de lejos. Cuando abrí la boca y sin que ningún salido hubiese salido de mi boca, él empezó a correr. Tardé unos segundos en reaccionar, pero sin saber por qué, lo empecé a seguir. Sabía que muy lejos no iba a llegar sin cansarse.
Y así fue como empecé a perserguirme por la ciudad. Corrimos un par de cuadras, o tal vez muchos kilómetros, nunca lo sabré. Ya lo estaba por alcanzar, estaba a sólo 5 metros, cuando al doblar en una esquina, lo perdí totalmente de vista. Era una calle totalmente desierta. Avancé lentamente mirando hacia todos lados, en busca de mi mismo. Sabía que muy lejos no debía estar, porque no soy tan rápido.
De repente, hacia al final de la calle, iluminado por una tenue luz proveniente del faro solitario de una iglesia, vi a mi otro yo apoyado en las rodillas intentado recuperar el aire. Sonrei: él estaba igual de cansado que yo. Algo en mi me decía que debía seguirlo sin que me viera, pues parecía que él creía haberme perdido.
Yendo por las zonas oscuras me acerqué a él y esperé a unos cuantos metros. Al cabo de unos minutos o dos, se incorporó y mirando a todos lados, ta vez buscándome, comenzó a caminar hacia la pequeña iglesia.
Al entrar a ella, supe que ya no podía perderlo. Fui caminando hacia la iglesia, y siguiéndome, entré por la puerta del costado, que era una puerta pequeña. Al entrar, me encontré en plena oscuridad. La única luz provenía del altar. Mi otro yo se encontraba sentado en la tercer o cuarta fila de asientos de la izquierda, mirando al altar. No presentaba signos de cansancio por la carrera que habíamos tenido, mientras que yo estaba todo transpirado y me dolía el costado del estómago.
Me acerqué a mi otro yo y me senté a la misma altura que él, pero en la fila de asientos de la derecha. Al cabo de unos momentos, los dos nos miramos a los ojos. Fue entonces cuando me di cuenta de que ya no estaba cansado y que había algo raro en mi otro yo. Me levanté y él hizo lo mismo. Nos fuimos acercando hasta quedar a menos de un metro de distancia. Estiré la mano para tocarlo, pero sólo me dí contra una vidriera que reflejaba mi imagen. Dentro de la vidriera había una imagen de un santo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario