viernes, 30 de enero de 2009

Nada es para siempre*

Nada es para siempre, dice en una canción Fabiana Cantillo. Y así es. Todo, en algún momento de la vida, llega a un final. Y para nosotros, ha llegado uno de esos momentos. Atrás estamos dejando seis años, que a la larga se convertirán en los más recordados.
Seis años han pasado desde aquel 13 de marzo del 2000, donde con muchos nervios afrontábamos nuestro primer día de clases. Ya por ese entonces, recuerdo a algunos compañeros, incluyéndome a mi, que nos preguntábamos cuándo íbamos a terminar, cuándo sería el día en que todo terminara. Y el día ha llegado. Es hoy.
Cuantas cosas hemos vivido en estos años. ¿Quién no recuerda los almuerzos en el comedor, antes de ir a jugar al fútbol, los días que teníamos física? ¿Cómo olvidar las corridas a los cibers, para ganar una máquina, cuando estábamos a full con el Counter?. O este año, los partidos de fútbol entre los quintos.
Y acá quiero reconocer a alguien que nos acompaño desde el primer minuto, y que siempre nos anunciaba o lo peor, o lo mejor: el timbre. Que duro sonido cuando anunciaba el comienzo de una hora, en la que teníamos alguna materia pesada o alguna prueba. Que hermosa combinación de sonidos, cuando éste anunciaba el fin de una hora.
Y cada uno de nosotros guarda cientos de momentos vividos dentro de las aulas. Como olvidarnos de esos recreos antes de un prueba, donde estábamos entre todos tratando de repasar. Lejos van a quedar esas horas libres de 7º cuando jugábamos al ajedrez, y que ahora aprovechamos para ir a tomar una gaseosa.
Para los que compartieron la carroza, quedarán los recuerdos del canchón como máximo exponente de esta etapa.
Están también los profesores, que se ganaron ya sea la idolatría cuando nos aprobaban, o el odio ante una nota baja. Aquellos que de acá en cinco años nos acordaremos de las cosas por las que los hicimos pasar, y por las que ellos nos hicieron pasar a nosotros. Vaya para ellos, nuestros saludos.
Y acá están los tres quintos. Cada uno muy particular. A mi derechalo tenemos al 5º A, los famosos mineros. Ellos si que pueden tener recuerdos de horas libres, ya que la mitad del año la pasaron afuera del curso. Que titanes. A mi izquierdaestá el 5º C. Para destacar, el compañerismo que tienen entre ellos. Están siempre juntos, porque donde está uno, seguro que allí vas a encontrar al resto del curso. Su recuerdo seguramente estará en el viaje a Bariloche. Y a mi frente está el 5to B, los quimiqueros. Gente aplicada si las hay. Cómo recuerdo quedará las cosas que llegamos a hacer para no tener pruebas, o para que éstas sean más fáciles. Y si, esto es una selva. Como recuerdo general, quedará la cena del miércoles pasado, pero es algo temprano para contar lo que paso allá.
Y ahora hemos llegado al final de ésta etapa. La secundaria para nosotros pasará a ser algo llenos de recuerdos, la mayoría de ellos recuerdos agradables. Ha sido en esta etapa donde cada uno se ha formado como persona, donde hemos encontrado a aquellos pilares nuestros, aquellos que nos sostuvieron y nos sostienen, que son los amigos. Algunos encontraron algo más que amigos.
Hoy dejamos de ser estudiantes secundarios. Pero no dejamos de ser amigos o compañeros. Cuando nos crucemos con aquel con quien nos llevábamos mal, seguramente el hecho de haber compartido esta etapa, hará que dejemos atrás todas las diferencias. “Quién ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro”.
Por eso, muchas gracias a todos aquellos con quienes hemos compartido la secundaria. Muchas gracias a quienes nos ayudaron. Muchas gracias a la Escuela de Minas por habernos cobijado durante estos seis años. Muchas gracias a todos, pero en especial a mis compañeros, quienes serán de aquí en más, una parte importante de mi vida. Muchas gracias, y hasta siempre.

*Discuros de despedida de los 5tos años, promoción 2005

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