lunes, 26 de enero de 2009

Me ponés MUY nervioso *

Tú, espigado guerrero moreno de hierática faz.

Tú, mágico maestro de los (muy) lentos movimientos, espirales interminables, maniobras que desconciertan al enemigo, al amigo, y a todos los que te contemplamos, desesperados en aullidos eternos.

Tú. Sí: Tú.

Conoces los secretos de La Pausa, eres capaz de suspender un instante en el infinito. Mientras la multitud, esa excecrabe turbamulta, se regocija soezmente en las impurezas del dinamismo, Tú nos enseñas en complicados arabescos el Camino que para nosotros, pobres ignaros, no conduce a ninguna parte.

De pronto sorprendemos al enemigo. Suena el clarín de un contrataque fulminante. Todos nuestros guerreros corren enloquecidos a vulnerar la retaguardia del enemigo malparado... Pero Tú estás sublimemente más allá de tales simplezas. No puedes rebajarte a tales muestras de impío prosaísmo.

En medio de la carrera frenética en la que todos se embarcan con desesperación, Tú, con majestuoso ademán, detienes el tiempo. Con lentos gestos (muy lentos) das la espalda a las huestes enemigas en magnífica muestra de desprecio, como quien tiene cosas más importantes que hacer, e inicias tu complicada y pausada (muy pausada) danza.

El enemigo entonces se rearma, se reagrupa apresuradamente, sus defensas están nuevamente listas. No importa. Tú apenas lo adviertes, oteando el Más Allá, calculando la dirección del viento, sopesando las líneas tácticas, abarcando con tu mirada panorámica todos los ángulos en sabia apreciación. Perfeccionista, no te gusta ese torpe apresuramiento, esos avances rectilíneos, eres el enemigo mortal de lo evidente.

Recibes solemne el esotérico talismán, testigo esférico de secretos incalculables, e inicias con él lo que parece un complicado baile con impertérrita expresión. Un remolino de guerreros amigos y enemigos se agrupan a tu alrededor como insectos impotentes. Rodean tu danza y se afanan ineptos en la confusión. El Caos Eterno acompaña tu paso cansino.

Nadie entiende nada. Y menos nosotros, pobre plebe que en muchedumbre aullante se retuerce y desespera en juramentos, incapaz de entender tus inescrutables intenciones y alejar esa vil pasión que nos oprime en favor de tu arte estático...

Volverás a empezar y todos volverán a empezar contigo, todos volveremos desde atrás, desde el fondo de la batalla, otra vez, y otra, en un Eterno Retorno en el que el mundo entero se agita en las fatigas a las que Tú pareces inasequible.

Riquelme: me tenés podrido.


* Excelente post del blog Jugo de Ladrillo: http://jugodeladrillo.blogspot.com/2006/06/me-pons-muy-nervioso.html

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